El sol había salido
para adornar esos días aún nostálgicos
y con olor a olvido
que quedaron después de esas tormentas
de ideas sin sentido.
Caminaste cerca del agua,
querías la fuente,
querías ser aguacero,
entonces
las luces eran mas brillantes que de costumbre,
pero aún podías opacarlas con tus ojos,
que parpadeaban de vez en cuando
sin perder gracia,
pues hasta en tu andar había elegancia,
que junto con el agua
eran fluidez en armonía,
en ese todo al que llamo vida.
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